RESEÑA | Chamanes eléctricos en la fiesta del sol de Mónica Ojeda
Es un frenesí a ratos estruendoso, a ratos silencioso que nos acerca a la muerte pero también nos hace sentir increíblemente vives
Texto y diseño por Tris
Chamanes eléctricos en la fiesta del Sol se une a Mandíbula, Las Voladoras, Nefando, Historia de la leche y otros títulos escritos por Mónica Ojeda que he tenido la dicha de leer. Como fanática asidua de esta joven promesa de la literatura latinoamericana, creí ya estar familiarizada con su magia, su cadencia y su extrañez hipnótica. Sin embargo, este último libro sacudió hasta lo más íntimo de mi ser de una manera bastante inesperada. Además, a diferencia de otras obras donde, si bien la autora juega con el uso de diferentes medios como las redes sociales o la dark web, esta exploración se queda en el papel, este es un libro profundamente musical que logra transportar a le lectore al corazón de los Andes ecuatorianos y le permite ser partícipe del festival a través de las descripciones vívidas del festejo…y también a través de una playlist que la autora puso a disposición del público en spotify que convierte la lectura en una experiencia multisensorial.
Este libro sigue tanto a Noa, una joven originaria de Guayaquil, como a distintes personajes que, a su vez, nos cuentan su propia historia, creando un manto narrativo tejido de forma que los hilos se unen, se separan y se vuelven a unir para bordar una imagen clarísima del paisaje esotérico donde la violencia, la música, la vida, la muerte, el silencio y la magia bailan entre los volcanes y las montañas ecuatorianas. La historia nos transporta al festival de música ficticio “Ruido Solar” al pie del tayta Chimborazo. Este concierto masivo convoca a miles de jóvenes anualmente por ocho días y siete noches a una especie de santuario protector en el que, entre la música electrónica, el baile y las sustancias psicodélicas, pueden olvidarse de la ola de violencia desgarradora que azota al país y les tiene sumides en la desesperanza.
En medio de esto está Noa, el eje central que mueve la historia. Ella y su mejor amiga, Nicole, deciden huir de sus casas para atender al Ruido, ir a la finca donde vive el padre de Noa y que así la muchacha se reencuentre con el progenitor que la abandonó cuando era niña. El libro se vuelve, entonces, un vórtice musical dividido entre la sonoridad musical del festival y el silencio interrumpido por el canto de los pájaros en los “Cuadernos del bosque alto”, fragmentos narrados por el padre de Noa.
Esta división crea una dicotomía contradictoria donde, para les jóvenes, la música es una fuerza que llama a la vida y la resistencia a la violencia que azota al país, mientras que para el padre de Noa, el silencio es una fuerza acuática que atrae a la muerte, y la música y el verbo se convierten en disruptores del equilibrio. Para él, solo los sonidos del bosque permiten el florecimiento de la vida y un acercamiento a Dios. Ambos mundos convergen cuando Noa y su padre se reúnen después de años y Noa descubre un secreto familiar que la conecta con el mundo de los chamanes y su voz se convierte en palabra de vida,pero también en palabra de muerte.
Como mexicana, acercarme este libro se volvió un reto tanto interesante como complejo. Pienso que, gracias a la lectura previa de otras obras de la autora y a mi amistad cercana con una chica ecuatoriana, hubieron ciertos elementos netamente ecuatorianos descritas en el libro que no me parecieron enteramente ajenas, como el soroche o mal de montaña, la mezcla del quechua con el español y las características geográficas ecuatorianas. Sin embargo, hubieron otros elementos como los mitos de las sirenas andinas, la presencia de los Diablumas, las canciones de las Cantoras y los yachak que fueron completamente nuevos para mí. Leer este libro se volvió no solo una constante reflexión sobre la musicalidad, lo sagrado y lo natural, sino también una ventana que me permitió acercarme a una cosmogonía y una cultura que hasta entonces desconocía.
Chamanes eléctricos en la fiesta del sol es testimonio del genio creativo, la magia y la innovación literaria que brota de la pluma de Mónica Ojeda. Y si bien se trata de un libro muy diferente a lo que estamos acostumbrades a leer de ella, su estilo tan característico transmite una familiaridad electrizante. Se trata de una carta de amor a Ecuador, a los volcanes, a los bosques, las montañas, las tormentas, los animales, a la música y a la vida. Es un frenesí a ratos estruendoso, a ratos silencioso que nos acerca a la muerte pero también nos hace sentir increíblemente vives.