Biografía de Lilith de Lynne Sachs: una reseña
Es este cortometraje el que catapulta a Lynn Sachs y la posiciona como una de las primeras cineastas feministas del cine experimental

Texto y diseño por Ximena
Fausto: ¿quién es ella?
Mefistófeles: Mírala bien. Es Lilith.
Fausto: ¿quién?
Mefistófeles: La primera mujer de Adán. Guárdate de su hermosa cabellera, la única gala que luce, cuando con ella atrapa a un joven no le suelta fácilmente.
Con una sensibilidad única y una visión poética, Lynne Sachs es una cineasta estadounidense que desafía las convenciones del cine experimental. A través de sus obras, explora temas como la identidad, la memoria y la familia, creando piezas íntimas y emotivas que invitan a la reflexión. Su estilo distintivo y su compromiso con la innovación la han convertido en una figura destacada en el mundo del cine independiente. En esta reseña me dedicaré a hablar sobre uno de los cortos más significativos de su carrera: Una biografía de Lilith. Y hablaré de ella como una expresión máxima de la semántica.
A Lilith la conocí en mi último año de preparatoria, en una escuela católica. Mi acercamiento a la religión se había limitado a usar falda los domingos de misa hasta los 7 años. Mi papá dejó de creer en las instituciones y yo dejé de creer en Dios. Mi interés hacia las demás creencias no sobrepasaba la media, pero todo cambió cuando escuché su nombre.
Hice la misma pregunta que Fausto en la obra de Goethe, y el Mefistófeles de mi propio drama me respondió lo mismo: “es la primera esposa de Adán”. No me atreví a negarme de su existencia por dos razones. La primera, por la ignorancia en la que sabía que me encontraba: yo me negaba a saber más sobre la Biblia; la segunda, porque la idea de una mujer anterior a Eva que le dio la espalda al creador me parecía imposible, sin embargo, me dio una esperanza que ardió en mi pecho. No negada, pero sí desmortificada, me dejé llevar por la presencia de Lilith en mi día a día. Descubrí, entonces, que si Dios fuese una mujer, entonces sería ella.
Mencionada por autoras contemporáneas como “la primera mujer feminista”, Lilith nace del barro. Dios le entrega el Edén bajo las mismas limitaciones que su sucesora, pero Lilith se subleva ante los deseos de Adán, sin que él sea capaz de entender que el placer de ella también importa. A diferencia de Eva, Lilith no nace de la costilla de Adán, por lo que piensa por y para ella misma. En el acto sexual en el que Lilith exige ponerse arriba, Adán no se lo permite y ella huye al Mar Rojo. Se encuentra con Lucifer, le da alas y Dios le da una oportunidad para volver, bajo las misma condiciones. Lilith escoge su libertad y, presuntamente, es ella quien se disfraza de la serpiente. Como parte de su castigo, es condenada a ser la mujer infértil. Lilith crece y se desarrolla en el mundo actual como la bruja acreedora de la culpa de las mujeres de su misma condición, así como de la lujuria de los hombres y también causante de la muerte de cuna.
Lilith se convierte en una fábula, en el monstruo que duerme bajo la cama de adúlteros e impíos, a veces arrullando la cuna de un recién nacido. Es despojada de su propia historia. Lilith no aparece en La Biblia, y sin embargo, existe en el imaginario católico.Aparece por primera vez como figura literaria en el Fausto de Goethe, brevemente (1808 años después de La Creación) y comienza, a paso de tortuga, a obtener visibilidad. Hoy, Lilith es uno de los mayores símbolos del movimiento feminista. La llevamos en el pecho y arde en nuestro interior con más fuerza que nunca. Aparece ya no solo en el intelectualismo, ni solo en libros de literatura canónica. Se vuelve esposa de Lucifer en series televisivas, la pintan y esculpen en el arte contemporáneo, se hacen tesis sociológicas bajo su propio nombre, Drag Queens se visten como ella en reality shows. Lilith, hoy, está en boca de todes. Pero, como en el Génesis, me parece importante volver al inicio para comprender a la Lilith feminista más allá de su liberación sexual.
Recuerdo cuando por fin descubrí lo que la manzana representaba en el relato de la creación. Aferrada al poco interés que encontraba por el catolicismo, descubrí que la manzana representa el pudor en los discursos conservadores, es por ello que Eva se cubre el cuerpo desnudo. Pero, esto no tenía sentido para mí. Si Lilith era hija de Dios y se había disfrazado de serpiente, ¿por qué prohibirle a Eva lo que a ella la liberó? En este mismo discurso, olvidé que los personajes en La Biblia son, sobre todo, humanos, y que el fin último de este texto es hablar del perdón y del bien. Recordé también que fuimos nosotros quienes hemos tergiversado y polarizado la creencia.
Entonces comprendí que la manzana representaba en realidad el conocimiento, la razón, la palabra. Lilith le otorgó consciencia, primero a Eva y después a Adán, sobre ellos mismos y su alrededor. Les otorgó el libre albedrío. Y si el hombre es a imagen y semejanza a Dios, es por su capacidad de crear a partir de la palabra. Si la palabra hace a la razón, y si la razón es lo que nos diferencia de los animales, entonces no me quedó de otra más que concluir: si Dios es una mujer, esa mujer es Lilith. Ella nos dio el don del saber.
Después de este recorrido de reflexión, que me tomó aproximadamente 7 años, no dejo de encontrarme con Lilith: mujer retadora. Y esta vez lo hizo bajo el nombre de Lynne Sachs. Ella comprende, tanto como yo (o al menos eso quiero pensar) el papel que Lilith ocupa tanto en la actualidad como en la historia, nuestra historia. En su cortometraje, A biography of Lilith, nos muestra a una bailarina de un bar, Cherie Wallace, a quien Sachs le hace una entrevista sobre algunas ideas que, si de por sí hoy son un tema del que hablar, a principios de los 2000s apenas y se ponían sobre la mesa. Ella habla de hombres que se refugian en mujeres de la vida galante, de la adopción, de mujeres que pertenecen a ese mundo y que son obligadas a parir. Pero lo más sorprendente es que lo hace desde una madurez intelectual y ética que poco se espera de las mujeres en su contexto (y de nuevo, retomo: mucho menos a principios de los años 2000).
Sin embargo, no es en las respuestas o en la supuesta entrevista (pues nunca escuchamos las preguntas) en la que nos enfocamos. Ellas solo nos ayudan a comprender a la Lilith de Lynn. Una voz narradora relata la historia de Lilith, precisamente la que he explicado con anterioridad, pero en las imágenes vemos representaciones de ella si perteneciera a nuestra actualidad. Vemos a una mujer que llega desnuda a su Edén (que interpreté como el patio trasero) lleno de ramas, de pastizal y áreas verdes de un hombre.
Entonces, cuando la narradora nos cuenta la relación entre Adán y Lilith, vemos a esta mujer antes desnuda usando unas bermudas y rodeada de páginas, mientras que el hombre genera acercamientos que ella rechaza. Ella quiere leer. Pero él intenta negar el conocimiento. Entonces, huye. Cherie se bautiza en el mar negro mientras descubre su libertad. Y en algún momento entre el presente y el pasado, se vuelve bailarina. Todo esto mientras Sachs coloca pasajes de Lilith en las diferentes concepciones que se le tienen: bruja, lujuria, acechadora, infértil y asesina de niños. Sin embargo, mientras vemos el corto de Sachs, Cherie le dice a los demonios que la acompañan: “todos los niños del mundo son mis hijos”. ¿No hemos sido todas guiadas bajo la misma regla? (¿O acaso la docencia me ha vuelto loca y concuerdo con ella?: Todos los niños del mundo son mis hijos). No nos avergüenza, o creo que no debería avergonzarnos.
El machismo no es genético, es histórico. Las mujeres y los hombres no fueron moldeados por el barro, no. Fuimos moldeados por nuestras propias circunstancias. Desterrados del Edén, con los brazos abiertos al conocimiento, así hemos querido hacerlo. La diferencia es que las mujeres hemos cargado con la culpa, con el pecado… porque así lo narra el inicio de la historia. Nos quedamos en casa y nos dedicamos a la familia. Y esa es, creo, nuestra mejor cualidad histórica: que por sobre todas las cosas, ponemos la vida primero. No, no hablo de campañas anti-aborto, sino precisamente lo contrario. Cherie Wallace, en el corto de Lynn Sachs, dice básicamente que no podría darle una vida digna a un niño. Ella comprende su oficio, no pretende dejarlo, pero entiende el peso de cargar con una vida, una vida ajena a la suya y una a la que no le gustaría que su bebé pertenezca. Entonces, lo da en adopción. Lynn Sachs hace el primer acercamiento de Lilith como un personaje humano, como quizá los Apóstoles quisieron alguna vez hacer saber.
Lynne Sachs comprende tanto como las mujeres feministas la simbología de Lilith; no ya en el texto arcaico, sino en la propia vida. En su cortometraje Biography of Lilith (1997) navegamos por las palabras de Cherie, quien transmite en ellas un aro de responsabilidad social y emocional sobre el ser mujer en la época actual, sobre el nacimiento, el deseo y el pesar del hombre masculinizado. Es este cortometraje el que catapulta a Lynn Sachs y la posiciona como una de las primeras cineastas feministas del cine experimental. Sachs, además, recopila fragmentos de las fábulas de Lilith bruja, Lilith acechadora de niños, Lilith demonio femenino, Lilith lujuria, Lilith pecaminosa, Lilith tormentosa, Lilith Pandora. Usando la narración en voice en off y la voz de Wallace, desmantela las metamorfosis de este personaje mitológico, presente en el imaginario religioso, para convertirla en su última figura: Lilith mujer libre del placer masculino, mujer sorora que adquiere y comparte el conocimiento, mujer que libera a su igual, mujer condenada y, más que nada, mujer de esta y de todas las revoluciones que vengan después.